Esto sucede de manera natural, a simple vista son argumentos muy convincentes de algo que no se logró. Sin embargo, ese lugar nos lleva a un proceso de des-empoderamiento de nuestras acciones que termina en una perpetuidad de incumplimiento de objetivos y/o una baja significativa en la calidad de los mismos.
Centrar un análisis bajo la lógica de factores externos sólo nos lleva a no encontrar el verdadero poder o influencia que tenemos.
Para generar tracción, cumplir objetivos y metas (tanto personales como profesionales) deberíamos considerar en primera instancia que, cuando algo sale mal y fuiste parte de la actividad, a quien primero tendríamos que responsabilizar es a uno mismo.
Este ejercicio no es para castigarse, amargarte y no poder conciliar el sueño nunca más. Es una forma de poder prestar atención y poner foco en lo que SI podrías haber hecho.
Esto abre la posibilidad de encontrar infinitas formas en las que uno pudo haber influido más, alcanzar soluciones creativas, aprender de esos errores y corregir para seguir construyendo.
El simple hecho de pensar en lógica “mala mía” es una oportunidad gigante de auto-percibir la enorme influencia que podes tener en tus entornos.
Cuando este pensamiento se hace sistémico en un grupo, dejamos de buscar culpables y guardar rencores para pasar a detectar mejoras y acumular conocimiento.